decide: ¿cielo o infierno?
“Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes” (Mateo 22:13).
La palabra “infierno” es utilizada frecuentemente en los medios de comunicación, en la música popular, en ocasiones en eventos deportivos. Escuchamos la palabra en muchos lugares, excepto en la iglesia, en el lugar donde necesitamos que se mencione repetidamente, se enseñe y donde se nos debe prevenir sobre la realidad del infierno, “este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1033). Pocas personas en nuestra sociedad tienen un miedo saludable de terminar en el infierno. Y menos personas parecen tener temor al Señor, el juez de todos (ver Stg 5:9).
Si ignoramos la realidad de que podemos escoger libremente pasar la eternidad en el infierno, en lugar de pasar la eternidad con Jesús, ignoramos los efectos serios del pecado. Esto niega la necesidad de ser salvados de nuestros pecados. Así creemos que somos dioses. Sacamos a Dios del estrado del juez y nos sentamos ahí nosotros. Juzgamos que todo está bien y que nuestros pecados no son serios (o ni siquiera son pecados ante nuestros propios ojos). Juzgamos que iremos al cielo porque no corremos el peligro de ir al infierno. No necesitamos un salvador porque estamos a salvo del peligro.
El pecado original sucedió porque el hombre cedió a la tentación de ser como Dios y juzgó por sí mismo lo que era bueno y malo (Gn 3:5). Arrepiéntete de tomar el lugar de Dios y juzgar por ti mismo. Ni siquiera san Pablo se atrevió a juzgarse a sí mismo (1 Co 4:3). Así como lo hizo el recaudador de impuestos, ponte en la misericordia de Dios y ora “Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador” (Lc 18:13).
No te retrases ni un momento más. ¡Arrepiéntete ahora! Confiesa con tu boca a Jesús como tu señor y salvador (Rom 10:9). Rechaza el pecado, a Satanás y al infierno.
Oración: Padre, que cualquiera que lea esto, lleve a miles de personas a aceptar a Jesús como Señor, Salvador y Dios.
Promesa: “… Me diste un oído atento…” (Sal 40:7).
Alabanza: El Papa san Pio X, nacido de una familia humilde, fue criado por Dios para servir a la Iglesia en un mundo violento y de tumultos.
Referencia: (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).
Rescripto: Según el Código de Derecho Canónico, se otorga el Nihil Obstat (no existe impedimento para publicar) a Un Pan, Un Cuerpo por el periodo 1 de agosto al 2025 30 de septiembre de 2025. Otorgado el 8 de enero de 2025. Reverendo Steve J. Angi, Canciller y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, Ohio
El Nihil Obstat establece que no existe impedimento para la publicación de un libro o folleto. No implica acuerdo con contenido, opiniones o afirmaciones expresadas en el mismo.
