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Lunes, 28 de enero de 2019

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santo Tomás de Aquino


Hebreos 9:15, 24-28
Salmos 98:1-6
Marcos 3:22-30

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jesús nos salva

Jesús "entró… en el cielo, para presentarse delante de Dios en favor nuestro" (Hebreos 9:24).

Si hubiésemos pecado una sola vez, y si ese pecado hubiese sido un pecado lo más inocuo, todavía seríamos culpables de violar toda la ley de Dios (Stg 2:10). ¿Cómo podríamos nosotros, con todo nuestro pecado, volver a la buena gracia de Dios? Nada que podamos hacer satisfará, compensará, desagraviará o expiará ese pecado, y menos aún todos los pecados. Todos hemos pecado y se nos ha privado de la gloria de Dios (Rom 3:23). En nuestra pecaminosidad, somos trapos inmundos ante Dios (Is 64:5; Jer 13:1-11). Estamos en peligro de morir con nuestros pecados (Jn 8:21, 24) y sufrir condenación eterna en el fuego del infierno (Mt 25:41). Es más, no somos capaces de salvarnos a nosotros mismos (Sal 49:8; Is 26:18). Esto es la mala nueva.

Pero hay la Buena Nueva. "Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores" (Rom 5:8). Él entró al cielo en nuestro nombre, por ti y por mí. Él trajo Su propia sangre, derramada por nuestros pecados, ante Dios Todopoderoso para satisfacer, compensar, desagraviar y expiar cada pecado nuestro (Heb 9:24ss). No esperó hasta que nos arrepintiéramos ni incluso entendiéramos el daño que nuestros pecados causaron. Él nos amó primero (1 Jn 4:19). Solo tenemos que arrepentirnos, creer que Jesús nos ama tanto, ir a la confesión y ofrecerle nuestras vidas a Él a cambio. "Ahora que estamos justificados por su sangre, con mayor razón seremos librados por Él" (Rom 5:9).

¡Arrepiéntete! Cree en el amor salvífico de Jesús por ti. Recibe Su perdón y salvación. Entonces ve y no peques más (Jn 8:11). Vive como Su discípulo y haz discípulos de todas las naciones (Mt 28:19).

Oración:  Padre, que piense en Jesús crucificado si soy tentado a pecar.

Promesa:  "Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez, ya no en relación con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan"(Heb 9:28).

Alabanza:  Santo Tomás, como su maestro san Alberto Magno, buscó el Espíritu Santo.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de junio de 2018

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