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Lunes, 29 de enero de 2018

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2 Samuel 15:13-14, 30; 16:5-13
Salmos 3:2-7
Marcos 5:1-20

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ama a los cautivos en jesús

"Salió de allí…Simei...Mientras salía, iba lanzando maldiciones y arrojaba piedras contra David" (2 Samuel 16:5-6).

Simei, se comportó hacia el rey David como lo hacen Satanás y sus demonios hacia el pueblo de Dios. Simei lanzó maldiciones y piedras a David, estando este en el punto más bajo de su vida. Simei hizo todo lo posible para sacar al rey de la ciudad (ver 2 Sm 16:7). Ese pueblo echó también a Jesús, Rey mayor que David, a las afueras de la ciudad (Mc 5:17).

¿Por qué la gente elige el infierno sobre el cielo, y la posesión satánica sobre el Reino de Dios? Porque ellos no conocen a Jesús. Para ellos, Jesús parece más temible que Satán. El pueblo de Guerá conocía el terror del demonio porque el endemoniado ocupaba su camino. Pero el poder y el amor de Jesús "intimidó" más a los gerasenos que los demonios conocidos. Lo único que estas personas conocían era el terror, y eligieron lo conocido de la posesión demoníaca en vez de abrazar el amor liberador de Jesús que sería necesario para cambiar sus vidas.

Así es con muchos cautivos del estilo de vida de esta cultura de la muerte. El solo pensar en un estilo de vida santo trae terror a la mente y el corazón. Perdonar enemigos, vivir castos, diezmar, estos y otros aspectos del discipulado los llenan de miedo y terror. Aunque muchos han sufrido vidas de cautiverio en pecado, miedo y relaciones abusivas, prefieren lo conocido sobre el terror presunto del Reino desconocido de Dios.

¡Cuánto necesitan estas personas conocer la misericordia amorosa de Jesús! Eso es exactamente porque Dios te ha puesto en la vida de estas personas. Tenemos que obrar para dar a conocer a Jesús. Nuestro trabajo no será fácil. Por lo tanto, recibe el poder del Espíritu Santo, la paciencia, el perdón y la gentileza de Jesús.

Oración:  Padre, me has ungido para anunciar la liberación a los cautivos (Lc 4:18) y amarlos en Tus brazos. Derrama Tu Espíritu sobre mí.

Promesa:  "Pero Tú eres mi escudo protector" (Sal 3:4).

Alabanza:  Un amigo invitó a Marta a la misa y Jesús cambió su vida.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 25 de julio de 2017.

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