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Jueves, 16 de julio de 2015

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Nuestra Señora del Monte Carmelo


Éxodo 3:13-20
Salmos 105:1, 5, 8-9, 24-27
Mateo 11:28-30

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Reflexiones Similares

el "reposo" de la historia

"Y así encontrarán alivio" (Mateo 11:29).

Como sus discípulos, nosotros trabajamos bajo el yugo de Jesús (Mt 11:30; Lc 9:23). Jesús por lo tanto nos llama a descansar en Él (Mt 11:29), y aun eso requiere esfuerzo por parte nuestra. Cada día tenemos que "esforzamos, entonces, para entrar en ese Reposo" (Heb 4:11) Misteriosamente, los discípulos a menudo descansan mejor cuando son más diligentes.

Hay un equilibrio para entrar en el reposo de Jesús. Trabajar mucho no es suficiente si no se consulta la voluntad de Dios. De hecho, sin Dios, nuestro trabajo es estéril (Is 26:17-18). Debemos dejar que el descanso de Dios se cumpla en nosotros (Lc 1:38). Cedemos a su gracia, pero evitemos la pereza, ya que debemos cooperar con la gracia de Dios en el aceptar el yugo de Jesús y llevar su carga (Mt 11:30).

El mismo Jesús no tenía donde reclinar su cabeza (Lc 9:58). Esto probablemente se refiere a algo más que a una cama. Jesús tampoco tenía ningún lugar para sí mismo. Su vida transcurrió como una serie de interrupciones constantes, sin privacidad, todo el tiempo en movimiento, etc. Al igual que Jesús, seguimos camino al Calvario de cada día. Más allá de la cruz, descubriremos que el lugar donde Jesús fue crucificado ahora es un jardín (Jn 19:41). En ese jardín, que sólo se encuentra a los pies de la cruz, se encuentra el "reposo" y la fortaleza para seguir.

San Agustín dijo: "Nuestros corazones están inquietos, oh Señor, hasta que reposen en Ti". "Ven a" Jesús (Mt 11:28). Entra en su reposo.

Oración:  Jesús, ayúdame a no reposar cuando debería estar sirviéndote (Mt 26:43-45) o trabajar cuando debería estar reposando en ti (Sal 127:2; Ex 31:15). "Sólo en Dios descansa mi alma" (Sal 62:1).

Promesa:  "Mi yugo es suave y mi carga liviana" (Mt 11:30).

Alabanza:  Teresa, una Carmelita, reza el oficio divino cada día en el autobús mientras viaja al trabajo.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de febrero de 2015

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