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Domingo, 26 de enero de 2014

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3er Domingo Tiempo Ordinario


Isaías 8:23, 9:3
1 Corintios 1:10-13, 17
Salmos 27: 1, 4, 13-14
Mateo 4:12-23

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Reflexiones Similares

"el señor es mi luz" (sal 27:1)

"El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz"(Mateo 4:16).

El amor misericordioso de Jesús, no puede soportar la idea de un mundo en tinieblas. Él declara: "Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas" (Jn 12:46). No es culpa de la luz de Jesús que algunos prefieran las tinieblas y odien la luz (Jn 3:19-21). No hay cajón (Mt 5:15) ni pared lo suficientemente densos para opacar la Luz del mundo. Así la gente que odiaba la luz trató de apagar la luz. Por tres días, lo lograron, y la luz fue enterrada en una tumba. ¡Sin embargo, Jesús resucitó de entre los muertos! "La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron" (Jn 1:5). Ahora Jesús, la Luz, brilla a través de nosotros, sus discípulos (Mt 5:14).

La gente en las tinieblas ha visto una gran luz (Mat 4:16; Is 9:1). Muchos se sienten atraídos por la luz y la corren hacia ella (Cfr. Is 2:2). Otros prefieren las obras y el estilo de vida de las tinieblas y seguirán tratando de apagar la luz, como si eso fuera posible. Ya que ahora somos lámparas de Jesús en el mundo, no debe sorprendernos que sus opositores intenten extinguir nuestra luz en sus tentativas vanas para oscurecer al mundo. Finalmente la única opción para amantes de las tinieblas es huir de la luz y encontrar un lugar de oscuridad eterna. Algunos detestan la luz tanto que imploran a las montañas y colinas que los cubra (Os 10:8; Lc 23:30; Ap 6:16). Arrepiéntete de la inútil preferencia a las tinieblas y oposición a la luz. Ven a la luz y únete al lado victorioso (Jn 1:5).

Oración:  Padre, me arrepiento de todo lo que yo esconda de ti. Brilla Tu Luz en toda tiniebla que se halle en mi vida.

Promesa:  "síganme y los haré pescadores de hombres" (Mt 4:19).

Alabanza:  ¡Alaba a Jesús, la resurrección y la vida! (Jn 11:25). Él es "el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad l" (1 Tm 6:15-16).

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro de nuestro equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 19 de julio de 2013

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