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Domingo, 31 de marzo de 2019

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4to domingo de Cuaresma


Josué 5:9-12
2 Corintios 5:17-21
Salmos 34:2-7
Lucas 15:1-3, 11-32

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Reflexiones Similares

la rebeldía y arrepentimiento de la cuaresma

"A Aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por Él" (2 Corintios 5:21).

San Lucas es el único evangelista que incluye la parábola del hijo pródigo. También fue el único cristiano gentil que escribió un Evangelio. La mayoría de nosotros, que leemos esta reflexión, también somos cristianos gentiles (no judíos); posiblemente sentimos una conexión especial con este Evangelio. Lamentablemente, nos relacionamos con esta parábola como representante de muchas familias disfuncionales en nuestro medio. "El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa" (Lc 15:12-13). Puede que no estemos anticipando una gran herencia, pero el egoísmo y el egocentrismo corren desenfrenados en nuestra cultura. ¿Cuántos de nosotros hemos insultado tanto a nuestros padres como a nuestro Padre en el camino?

Como cristianos bautizados, no tenemos necesidad de descorazonarnos. "El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente" (2 Co 5:17; ver Ap 21:5). Como católicos, tenemos la bendición de disponer del Sacramento de la Reconciliación. "Todo esto procede de Dios, que nos reconcilió con Él por intermedio de Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación" (2 Co 5:18; ver Mt 16:19).

Regresemos a casa con nuestro Padre celestial, que durante mucho tiempo nos ha estado buscando (Lc 15:20). ¡Arrepintámonos y hagamos que todo el cielo se regocije! (Lc 15:7, 10)

Oración:  "Ahora mismo iré a la casa de mi padre" (Lc 15:18).

Promesa:  "Busqué al Señor: Él me respondió y me libró de todos mis temores" (Sal 34:5).

Alabanza:  ¡Alabado sea Jesús, sanador de los enfermos y resucitador de muertos!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 16 de julio de 2018

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