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Miércoles, 13 de septiembre de 2017

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san Juan Crisóstomo


Colosenses 3:1-11
Salmos 145:2-3, 10-13
Lucas 6:20-26

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fuera lo viejo, bienvenido lo nuevo

"Pero ahora es necesario que acaben con [aquello]… Porque ustedes se despojaron del hombre viejo y de sus obras y se revistieron del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador" (Colosenses 3:8, 9-10).

Las lecturas eucarísticas de hoy abordan dos formas de vida opuestas. San Pablo llama a estas dos formas el "yo viejo" y el "yo nuevo" (ver Col 3:9-10). El yo viejo es nuestra vida sin Jesús, gobernado por el mundo, la carne y el diablo (ver 1 Jn 2:16). Este yo viejo vive un estilo de vida caracterizado por la ira, la malicia, los insultos, la mentira, los deseos malignos, la lujuria (Col 3:5, 8-9), los deseos de placer y las cosas de este mundo (Lc 6:24-26). El yo nuevo se forma completamente permitiendo que Jesús conduzca nuestras acciones, pensamientos, palabras y estilo de vida. Cuando vivimos en el yo nuevo, somos liberados del pecado y puestos en libertad para el servicio, la adoración y la evangelización.

Aquellos que viven según el nuevo yo son bendecidos; aquellos que viven bajo el viejo yo no tienen nada que anticipar sino la aflicciones (ver Lc 6:20-26). En el Bautismo, nuestro viejo yo murió con Cristo, ahogado en las aguas del Bautismo. Sin embargo, nuestras vidas después del Bautismo a veces parecen una guerra civil (ver Stg 4:1). Queremos vivir una vida buena y santa para el Señor, sin embargo pecamos (ver Rom 7:7-25).

La clave es vivir diariamente nuestro Bautismo. Cada vez que se bendicen con agua bendita, es decir, con el agua del Bautismo, renovamos los votos bautismales. Dígase a sí mismo: "¡Yo soy un hijo bautizado de Dios Todopoderoso! Señor Jesús, ahoga mi viejo yo contigo en esta agua bendita. Ayúdame a vestir las prendas puras y victoriosas de mi nuevo yo que vive en Ti. Que viva la nueva vida de las bendiciones y no la vieja vida de los males".

Oración:  Padre, "Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí" (Gal 2:19-20).

Promesa:  "Busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios" (Col 3:1).

Alabanza:  San Juan Crisóstomo predicó la verdad incluso a pesar de la resistencia de los miembros prominentes de la comunidad.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 15 de mayo de 2017.

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