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Sábado, 30 de diciembre de 2017

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1 Juan 2:12-17
Salmos 96:7-10
Lucas 2:36-40

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ana no perdió su día

"Se presentó en ese mismo momento [Ana] y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos" (Lucas 2:38).

Ana la profetisa había venido al templo para adorar por aproximadamente sesenta años - ¡más de veinte mil días adorando a Dios diariamente en el Templo! ¡Cuán fácil sería no estar alerta el único día de los veinte mil en que el Salvador y el Mesías apareció! Además Ana no tenía el beneficio de aviso previo que el Señor había dado a Simeón (ver Lc 2:26). Ana tenía que estar lista y alerta cada día durante veinte mil días. Se parecía a las vírgenes prudentes que guardaban su lámpara llena de aceite (Mt 25:4) para estar listas cuando apareciera el Maestro.

He estado asistiendo a la Santa Misa todos los días durante los últimos veinte y siete años. Eso es aproximadamente nueve mil días de Misas. A pesar de que me esfuerzo en cada Misa para escuchar la Palabra de Dios y oír lo que Él tiene escrito en su libro, he fallado tantas veces de estar alerta o incluso recordar el tema principal de la Misa. Es notable que Ana la profetisa escuchaba a Dios y estaba lista para responder y hablar. Qué fácil habría sido para ella perder el momento, así como la gente de Jerusalén perdió el tiempo de su visita (Lc 19:44). Sin embargo, Ana estaba lista, y por toda la eternidad se proclamará su fidelidad.

Oración:  Padre, no quiero perder ni una sola gota del amor que derramas sobre mí. Dame un nuevo corazón y mente para escucharte.

Promesa:  "Pero el mundo pasa, y con él, su concupiscencia. En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente" (1 Jn 2:17).

Alabanza:  Aunque Sara está en cama, ella lee las lecturas de la Eucaristía y recibe su Comunión espiritual diariamente.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 25 de julio de 2017.

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