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Viernes, 12 de febrero de 2016

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Isaías 58:1-9
Salmos 51:3-6, 18-19
Mateo 9:14-15

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Reflexiones Similares

¡peligro! ¡explosivos!

"Tampoco se pone vino nuevo en odres viejos, porque los odres revientan" (Mateo 9:17).

Jesús dijo que sus discípulos tendrían que esperar hasta después de su ascensión para que ayunaran (Mt 9:14-15). Tuvieron que recibir el Espíritu Santo antes del ayuno, porque la clase de ayuno de Jesús es tan explosiva que sería destructiva a menos que esté encapsulada en la vida del Espíritu (ver Mt 9:17). Por ejemplo, después de que Jesús ayunó durante cuarenta días, Él explotó en el poder del Espíritu (Lc 4:14) en los tres mejores años de ministerio de la historia, culminando en su muerte, resurrección, ascensión, y entregando el Espíritu en Pentecostés. La explosión que tuvo lugar después de que la iglesia de Antioquía ayunó fue la primera gran expansión misionera de la Iglesia (Hch 13:2). Todas las demás expansiones misioneras hasta la fecha son reverberaciones de esa explosión inicial de fuego por el ayuno.

El ayuno en el Nuevo Testamento es altamente explosivo. En el contexto de la vida en el Espíritu, el ayuno puede ser usado por el Señor para mover montañas de pecado (ver Mt 17:20-21), destruir las fortalezas del maligno (ver 2 Co 10:4) e impulsar el pueblo de Dios por años e incluso generaciones. Sin embargo, no ayunar en el contexto de la vida en el Espíritu provoca a la gente a hacerse estallar uno contra el otro. Así "Ayunan para entregarse a pleitos y querellas y para golpear perversamente con el puño. No ayunen como en esos días, si quieren hacer oír su voz en las alturas" (Is 58:4).

Oración:  Padre, que yo pueda utilizar correctamente la dinamita del Espíritu Santo (Hch 1: 8), como es detonado por el ayuno.

Promesa:  "¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!" (Sal 51:4).

Alabanza:  Joyce ayuna regularmente y ora por el fin del aborto, por los bebés abortados y sus padres.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 10 de noviembre de 2015.

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