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Viernes, 29 de noviembre de 2013

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Daniel 7:2-14
Daniel 3:75-81
Lucas 21:29-33

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la batalla de la carne

"Levántate, devora carne en abundancia" (Daniel 7:5).

Ayer, durante la fiesta de Acción de Gracias, muchos obedecieron el mandato de devorar mucha carne (Dan 7:5). Escuchamos el mandato de Jesús de no dejarnos aturdir por los excesos (Lc 21:34), debemos buscar aquellas cosas que deleitan el alma en lugar del cuerpo (Prov 13:19). Cuando constantemente satisfacemos nuestra carne, "alimentamos la bestia" (Cfr. Dan 7:7ss). Nuestra naturaleza carnal nunca se satisface; siempre quiere más. Nunca puede ser dominada. El Señor nos enseña que la manera correcta de lidiar con nuestra naturaleza carnal, es por medio de la educación y el auto-control; además de eso, debemos crucificar nuestra carne (Gal 5:24; 6:14; Rom 6:6; Col 3:5).

Cuando mucha gente en una nación alimenta su naturaleza carnal, se convierte en una nación de la carne, es decir, una nación pagana, impía. Hoy día, muchas naciones están devorando "mucha carne" en el holocausto del aborto. Esas naciones se asemejan a la bestia de la primera lectura de hoy que habla arrogantemente y vive sólo para aplastar y pisotear (Dan 7:7). ¿Cómo puede dicha nación convertirse en una nación devota?

Dios nos aconseja un plan ingenioso para ganar la batalla a la carne. Él nos manda: "Levántate, devora carne en abundancia" (Dan 7:5). La carne que Dios nos da a comer es el cuerpo eucarístico de Jesús, quien dice: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna y yo lo resucitaré en el último día." (Jn 6:53-54). Ve a Misa con frecuencia, si es posible todos los días. Come la carne de Jesús Eucarístico, gana la batalla a la carne y santifica tu nación.

Oración:  Padre, cuando recibo a Jesús en la Eucaristía, su carne renueva mi carne. Te doy gracias y mi vida a cambio.

Promesa:  "El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán" (Lc 21:33).

Alabanza:  Las oraciones de la madre de Roberto fueron contestadas veinte años después cuando él regresó a la Confesión.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de junio de 2013

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