Satán no espera recuperarse de la derrota ante los ángeles de Dios. Él sabe que ha perdido su amor por Jesús para siempre. Todo lo que satán hace es jugar el papel de boicoteador. Él no puede conseguir que la gente lo ame. Todo lo que intenta hacer es que la gente no ame a Dios con todo su corazón (ver Mt 22:37). Por consiguiente, generalmente satán no llama a las personas a que se comprometan con él, sino tan solo que no se comprometan con el Señor. El diablo sabe que la gente será tibia en sus relaciones con él, sino que también quiere que sean tibias en su relación con el Señor (ver Ap 3:16).

Aquellos que han obtenido la victoria sobre satán, la bestia (sistema internacional de satán), "la imagen y la cifra de su nombre" (Ap 15:2) son los que no se comprometieron con satán. Los vencedores no dieron nada a satán para tener todo para darle a Jesús. "Estos son los que no se han contaminado" (Ap 14:4), es decir, los que son leales a Jesús (Mt 5:8). Los vencedores no tienen ni siquiera un lazo sutil o indirecto con satán.

Seamos del número de los elegidos. Pongámonos de pie en el mar de fuego del cielo de cristal (Ap 15:2). Vivamos nuestro Bautismo y rechacemos a satán, a todas sus obras y a todas sus promesas vacías.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de junio de 2016.

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