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Miércoles, 4 de septiembre de 2013

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Colosenses 1,1-8
Salmos 52,10-11
Lucas 4,38-44

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nuestro propio muchacho nos trae renovacion

"... oyeron y comprendieron la gracia de Dios en toda su verdad, al ser instruidos por Epafras" (Colosenses 1,6-7).

Epafras creció en la antigua ciudad de Colosas (Col 4,12). En algún momento, él viajó fuera de la ciudad y se cruzó con algunos cristianos, que lo evangelizaron y lo llevaron a la conversión y a la vida como "un servidor de Cristo Jesús" (Col 4,12). Epafras conoció a san Pablo, quien nunca había visitado Colosas (Col 2,1). Él y Pablo se convirtieron en compañeros misioneros y evangelistas (Col 1,7).

Después de su conversión, Epafras fue enviado a Colosas como representante del equipo misionero de Pablo. Los habitantes de Colosas no conocían a Jesús, pero ellos sí conocían a Epafras. A través de su voz, escucharon el mensaje del Evangelio de la verdad (Col 1,5), creyeron en Jesús, dio a luz el fruto de los discípulos (Col 1,6), se desarrolló un vibrante "amor en el Espíritu" (Col 1,8), y se estableció una Iglesia duradera.

En algún momento Epafras partió de Colosas y regresó a la misión de Pablo. Sin embargo, Epafras tenía un corazón de pastor para ellos. Él "ora incansablemente por ustedes, para que se mantengan firmes en la perfección, cumpliendo plenamente la voluntad de Dios" (Col 4,12). También oró por las otras ciudades de su región natal, intercediendo solícitamente por Laodicea y Hierápolis (Col 4,13). Finalmente, Pablo fue encarcelado (Col 4,10) con Epafras (Flm 23), pero recordó a la iglesia de Colosas y les escribió la carta a los Colosenses.

Sé un Epafras. Trae a Jesús a tu ciudad natal.

Oración:  Jesús, dame un corazón como el Tuyo, para poder amar a la gente de mi ciudad, condado, estado y nación. Que yo pueda llevar a muchos de ellos a ti.

Promesa:  "Proclamaré la bondad de tu Nombre delante de tus fieles" (Sal 52,11).

Alabanza:  Fue a través de la Palabra de Dios proclamada por el diácono de su parroquia que Linda oyó la llamada de Dios.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro de nuestro equipo editorial.)

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de mayo de 2013

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