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Domingo, 13 de octubre de 2013

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28vo Domingo T. Ordinario


2 Reyes 5:14-17
2 Timoteo 2: 8-13
Salmos 98:1-4
Lucas 17:11-19

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Reflexiones Similares

¿transferencia o transformacion?

"Luego volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios" (2 Reyes 5:15).

Después de haber sido curado de la lepra, Naamán regreso para dar gracias a Eliseo ofreciéndole un presente, pero Eliseo rehusó aceptarlo enviando a Naamán a su casa en Siria (2 Re 5:16,19). Pero ahí no terminó la historia, Guejazí, el sirviente de Eliseo, alcanzó a Naamán, y falsamente le dijo que su amo había cambiado de idea y que aceptaría el presente de Naamán y luego se quedó él con los regalos (2 Re 5:20). Por la mentira y avaricia de Guejazí, la lepra de Naamán no desapareció. Fue simplemente transferida a Guejazí (2 Re 5:27).

Mucha gente experimenta la misma cosa. Pecados, enfermedades y esclavitud son transferidas, aun cuando pareciera que han sido eliminados. Por ejemplo, aun cuando estemos muertos, ya hemos pasado genéticamente algunas enfermedades a nuestros descendientes. Peor que esto, aun cuando estemos muertos y arrepentidos de nuestros pecados, vemos nuestros pecados repetirse en nuestros hijos, amigos y otros a los cuales hemos influenciado. Por ejemplo, cuando un alcohólico deja de tomar, sus hijos pueden empezar a tomar. Cuando un problema esta aparentemente resuelto en una situación, el mismo problema surge de repente en otro lugar. Cuando nos damos cuenta de esto, estamos naturalmente deprimidos.

¿Hay alguna esperanza? Jesús es nuestra Esperanza. Jesús en el Calvario se trasfirió todos nuestros pecados sobre sí mismo. "Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias" (Is 53:4). "Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados" (Is 53:5)" y el Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros" (Is 53:6). Regresa a Jesús para que así el pecado y sus consecuencias no regresen a ti.

Oración:  Padre, por Fe y arrepentimiento pueda yo mantener las fallas de mi vieja naturaleza enterradas para que nunca regresen.

Promesa:  "Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano" (Lc 17:15-16).

Alabanza:  ¡Aleluya! ¡Jesús ha resucitado! ¡Él vive por siempre en Gloria!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de junio de 2013

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