Es muy poco probable que Jesús llegara a ser contratado como director de personal de una empresa Fortune 500. ¡Solo imagina las demandas que ocurrirían si un ejecutivo de la compañía respondiera de manera tan brusca y aparentemente insultante a un candidato como lo hace Jesús en el pasaje del Evangelio de hoy!

Desafortunadamente es también muy poco probable que hoy, a pesar del hecho de que Él es la Cabeza de la Iglesia (Ef 1:22), Jesús lograra ser aprobado como director de personal de una parroquia. Es muy difícil encontrar apoyo en los ministerios de nuestras iglesias. No obstante, cuando finalmente encontramos a alguien dispuesto a colaborar, la última cosa que se nos ocurriría hacer sería ahuyentarles al quitarles sus escritorios (Lc 9:58) o cuestionar su sinceridad (Lc 9:60ss).

Los caminos del Señor no son nuestros caminos y Sus pensamientos no son nuestros pensamientos (Is 55:8). Sus caminos y pensamientos se elevan por encima de los nuestros, tan alto como los cielos están sobre la tierra (Is 55:9). Aunque a Jesús realmente le preocupa el ministerio, el discipulado es Su mayor prioridad (ver Mt 28:19). Como aspirantes a discípulos, Él nos llama al compromiso total. Josué (Jos 24:19), Juan el Bautista (Mt 3:7-8), Pedro (Hch 8:20-21), y Pablo (Hch 15:37-38) como Jesús retaban a aquellos que decían estar listos para comprometerse con el Señor.

Invitar a otros al compromiso total implica que seremos rechazados muy frecuentemente. Sin embargo, también significa que esos pocos fructíferos y completamente comprometidos discípulos serán los que levantarán el reino de Dios.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de mayo de 2018

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