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Martes, 29 de septiembre de 2015

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santos Miguel, Gabriel y
Rafael, Arcángeles


Daniel 7:9-10,13-14 ό
Apocalipsis 12:7-12
Salmos 138:1-5
Juan 1:47-51

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Reflexiones Similares

la venida de rafael

"Les aseguro que verán..." (Juan 1:51).

Hace varios cientos de años, el arcángel Gabriel era reconocido especialmente a través de la costumbre del rezo del Ángelus. En el Ángelus, pensamos en la anunciación de la buena nueva de la Encarnación de Jesús y nuestra salvación. Es costumbre rezar el Ángelus en la mañana, tarde y noche.

Hace más de cien años, el Papa León XIII compuso la oración de san Miguel y por lo tanto hizo al arcángel Miguel mejor conocido y apreciado que nunca. La Oración de san Miguel es una declaración clara sobre la realidad y la importancia de la guerra espiritual, es decir, la guerra contra los malos espíritus (ver Ap 12:7 ss).

Aunque muchos de nosotros rezamos el Ángelus y la oración de san Miguel, pocos católicos están fuertemente comprometidos con el significado de estas oraciones. Hablamos de la buena noticia de san Gabriel sobre la Encarnación, pero tal vez no evangelizamos. Pedimos ayuda de san Miguel en la lucha contra el diablo, pero no hablamos sobre la guerra espiritual en nuestro diario vivir.

Necesitamos que san Rafael haga por nosotros lo que hizo por Tobías. Necesitamos que nuestros ojos se abran a la urgencia de la evangelización y a la apremiante realidad de la guerra espiritual. "Levanten los ojos y miren los campos: ya están madurando para la siega" (Jn 4:35). Abre los ojos y ve el mundo lleno de los carros de fuego de ángeles y demonios (ver 2 Reyes 6:17). Cuando dejamos que Rafael abra nuestros ojos, veremos por qué necesitamos a Gabriel y Miguel más que nunca, y daremos a estos arcángeles más que palabras bonitas. San Rafael, haz por mí lo que hiciste por Tobías.

Oración:  Señor, "que yo pueda ver" (Mc 10:51).

Promesa:  "Ellos mismos lo han vencido, gracias a la sangre del Cordero y al testimonio que dieron de Él, porque despreciaron su vida hasta la muerte" (Ap 12:11).

Alabanza:  "Rafael lo persiguió, lo sujetó y lo encadenó al instante" (Tob 8:3).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de abril de 2015

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