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Sabado, 14 de septiembre de 2013

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Exaltación de la Santa Cruz


Números 21,4-9
Filipenses 2,6-11
Salmos 78,1-2, 34-38
Juan 3,13-17

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Reflexiones Similares

en alto sobre una cruz

"De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna" (Juan 3,14-15).

Las serpientes mataban a los hijos de Israel (Nm 21,6). Por orden de Dios, Moisés hizo una serpiente de bronce para representar las serpientes reales que estaban matando a la gente. Moisés montó una serpiente en un poste, y la puso en alto. Cuando la gente miraba la serpiente levantada en alto, el Señor les sanaba de lo que les estaba aquejaba (Nm 21,8-9).

El pecado estaba matando a la gente. Por lo tanto, Dios envió a un hombre que no conoció pecado, a que fuera hecho pecado (2Cor 5,21) para representar los pecados que estaban matando a la gente. Nuestros pecados fueron puestos en alto sobre una cruz en la persona de Jesús (Col 2,14-15). "A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por Él" (2Cor 5,21; Cfr. 1 Pedro 2,24). Cuando el pueblo vio con los ojos de la fe a Jesús levantado, el Señor los sanó de lo que los estaba matando (Jn 3,14-15).

La muerte de Jesús en la cruz triunfa sobre nuestros peores y más repugnantes pecados. Vencidos por el pecado, Jesús viene a triunfar sobre nuestros pecados, ganando la vida para nosotros en la cruz. ¡El pecado que nos dominaba ahora se encuentra crucificado! Por lo tanto, "fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús" crucificado (Cfr. Heb 12,2; Jn 3,14-15). Él se hizo pecado para que pudiéramos ser sanados y liberados del pecado. ¡Arrepiéntete! Deja que tu pecado y las cosas del mundo que te atan sean crucificadas (Gal 6,14). Cree en el amor crucificado de Jesús y en el perdón.

Oración:  "Pero en virtud de la Ley, he muerto a la Ley, a fin de vivir para Dios. Yo estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida que sigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí"(Gal 2,19-20).

Promesa:  "Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre" (Fil 2,9).

Alabanza:  "Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu santa cruz redimiste al mundo."

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro de nuestro equipo editorial.)

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de mayo de 2013

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