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Domingo, 28 de julio de 2019

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17 o domingo de Tiempo Ordinario


Génesis 18:20-32
Colosenses 2:12-14
Salmos 138:1-3, 6-8
Lucas 11:1-13

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¡atrévete!

"Señor, enséñanos a orar" (Lucas 11:1).

Una de las cosas más atrevidas que podemos hacer en la vida es pedirle a Jesús que nos enseñe a orar. San Agustín llamó a la oración "el ejercicio de nuestros deseos". Santo Tomás de Aquino dice en referencia al Padre Nuestro: "En ella, no solo pedimos todo lo que podemos desear con rectitud, sino además según el orden en que conviene desearlo" (Catecismo, 2763). La oración auténtica consiste en expresar, examinar y corregir nuestros deseos. La oración se refiere a la crucifixión de nuestra "carne con sus pasiones y deseos" (Gál 5:24). La oración es laboriosa (ver Gál 4:19) y no lucha por obtener lo que queremos de Dios, sino por renunciar a lo que queremos para obtener los deseos de Su corazón. Esto significa que el Señor frecuentemente nos dice "no" a la oración porque nuestros deseos están fuera de orden.

Esto es tan frustrante que tenemos ganas de abandonarla. Sin embargo, debemos persistir (ver Lc 11:8), no para conquistar a Dios hacia nuestros deseos, sino para dejarle quebrantar nuestro egoísmo y rebeldía. El Espíritu Santo "nos ayuda en nuestra debilidad" en la oración (Rom 8:26). En el Espíritu (ver Lc 11:13), persistimos en la oración hasta dejar que Dios derribe los castillos de arena de nuestros deseos.

Como solíamos decir antes de orar el "Padre Nuestro", me atrevo a pedirle a Jesús que te enseñe a orar.

Oración:  Padre, impulsado por el amor en el Espíritu, he decidido inscribirme en la escuela de oración de Jesús.

Promesa:  "Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y de la incircuncisión de su carne, pero Cristo los hizo revivir con Él, perdonando todas nuestras faltas" (Col 2:13).

Alabanza:  "Alaben el nombre del Señor. Porque solo Su Nombre es sublime; Su majestad está sobre el cielo y la tierra" (Sal 148:13).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 12 de diciembre de 2018

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