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Domingo, 23 de junio de 2013

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12vo Domingo de Tiempo Ordinario


Zacarías 12:10-11, 13:1
Gálatas 3:26-29
Salmos 63:2-6, 8-9
Lucas 9:18-24

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Reflexiones Similares

oración para la renovación

"Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de súplica" (Zacarías 12:10).

En la renovación de la parroquia, familia o ministerio, el Señor eleva a menudo el nivel de la oración. Varios feligreses, familiares o trabajadores del ministerio oran durante unos meses como nunca han orado antes o como nunca han orado por años. El Señor hace de esta oración un fermento para renovar un gran número de personas.

La Iglesia nació después de un período de gestación de nueve días de oración intensa (Cfr. Hch 1:14). Después de esta experiencia, los primeros cristianos se dedicaron a la oración (Hch 2:42). Los apóstoles se dedicaron "a la oración y al ministerio de la palabra" (Hch 6:4). En una ocasión, "Cuando terminaron de orar, tembló el lugar donde estaban reunidos" (Hch 4:31).

Pablo trató de renovar la iglesia de Éfeso, elevando el nivel de la oración. El Señor le inspiró a exhortar a Timoteo y a los efesios: "Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres" (1Tm 2:1). "La oración perseverante del justo es poderosa" (Stg 5:16).

Una iglesia que ora está en el umbral de la renovación. Si podemos llegar a varias personas más para apagar sus televisores y computadoras, simplificar sus vidas, y así liberarlos para orar por un par de horas al día, se puede abrir la puerta para que el Señor renueve Su Iglesia.

Oración:  Padre, otórgame "gran oración, intensa y creciente" (Cfr. Redemptor Hominis #22, JPII).

Promesa:  "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga" (Lc 9:23).

Alabanza:  ¡Aleluya! Por la fe en Jesús resucitado, ¡vamos a vivir para siempre en la perfecta felicidad del cielo!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de marzo de 2013

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