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Martes, 10 de junio de 2014

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1 Reyes 17:7-16
Salmos 4:2-5, 7-8
Mateo 5:13-16

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luz a tus pies

"Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa" (Mateo 5:15-16).

En ese tiempo Jesús dijo esas palabras mencionadas entre comillas aquí arriba, luz proviene del fuego. La electricidad y los bombillos no existían. La gente tenía que "encender una lámpara" para producir luz. La oscuridad no se podía superar a menos que se le prendiera fuego a algo (ver Mt 4:16).

Jesús vino a "encender el fuego sobre la tierra" (Lc 12:49). Cuando Jesús evangelizó a la gente sus corazones ardían dentro de ellos (Lc 24:32) y ellos pasaron esa luz a otros (Lc 24:33). La Iglesia nos enseña esa verdad muy vivamente durante la hermosa liturgia de la Vigilia Pascual. El templo está oscuro y la Luz de Jesús pasa una vela a otra; de una persona a otra. Muy pronto toda la iglesia está iluminada por el resplandor de todas nuestras velas.

Un obispo una vez dijo a sus sacerdotes: "No sientan miedo de ser consumidos por el fuego ya que nunca se quemarán". Jesús desea que, como la zarza, seamos abrazados por este fuego pero no consumidos (ver Ex 3:2). La vista del ardor, que no quema, en nuestras vidas atraerá a otros, los llevará a la presencia de Dios y resultará en vocaciones y liberación (ver Ex 3:3). Dios quiere que todas las naciones y líderes del mundo caminen bajo nuestra luz (Is 60:3).

Jesús provee la luz. Lo único que tenemos que hacer es estar dispuestos a dejarnos encender por ese fuego. Sé una "lámpara que arde y resplandece con brillo" (Jn 5:35).

Oración:  ¡Ven, Espíritu Santo! Enciende en nosotros el fuego de Tu amor.

Promesa:  "¿Quién nos mostrará la felicidad, si la luz de tu rostro, Señor, se ha alejado de nosotros? Pero tú has puesto en mi corazón más alegría que cuando abundan el trigo y el vino" (Sal 4:7-8).

Alabanza:  Benjamín fue abusado y golpeado cuando era un niño. Ahora, Ben agradece a Jesús la gracia de poder ser un padre amoroso con sus propios hijos.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2014

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