A través de la historia, todas las culturas han entendido instintivamente que necesitan hacer ofrendas y sacrificios a Dios. En consecuencia, la gente de esas culturas ofrecía cosechas, animales y hasta personas. El Señor reveló a los judíos que los sacrificios implicaban más que cosas materiales. Él reveló el sacrificio de la obediencia. "Observar la Ley es como presentar muchas ofrendas y ser fiel a los mandamientos es ofrecer un sacrificio de comunión" (Eclo 35:1). El Señor también reveló el sacrificio de la caridad. "Devolver un favor es hacer una oblación de harina y hacer limosna es ofrecer un sacrifico de alabanza" (Eclo 35:2). Luego, Él reveló el sacrificio de la justicia o al menos el evitar la injusticia (Eclo 35:3). Jesús reveló que los sacrificios implicaban aún más. Él se refirió al sacrificio de la persecución (Mc 10:30). Por último, se ofreció completamente en sacrificio a sí mismo en el Calvario (Mc 10:34). Mientras tratamos de vivir un nuevo Pentecostés, también estamos llamados a sacrificar tiempo, gustos, dinero y posesiones (ver Hch 2:42ss). Mientras hacemos esto, a menudo pensamos como minimizar los sacrificios del futuro mientras que Dios está pensando en cómo maximizar nuestros sacrificios. El Señor quiere que aprendamos a compartir en Sus sufrimientos hasta hacernos semejantes a Él en la muerte (Fil 3:10). Sacrifica en todo y por todo el tiempo. |