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Viernes, 16 de mayo de 2014

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Hechos 13:26-33
Salmos 2:6-11
Juan 14:1-6

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doctor jesús

"No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí." (Juan 14:1).

Imagina que mañana tienes una cita para someterte a una cirugía a corazón abierto. Te has reunido con el cirujano, y tienes plena confianza en su capacidad y cariño personal hacia tu persona. Aunque es normal que estés nervioso ante una cirugía tan grave, esperas un resultado exitoso. Habrá mucho dolor, pero te ha dicho el cirujano qué dolor debes esperar, cuánto tiempo durará, y te ha recetado medicamentos para hacer que el dolor sea tolerable. Tu confianza en el cirujano te ha calmado el corazón.

Jesús es el médico divino (Mc 2:17). Ha decidido que la mejor manera para llevarnos a la salud completa es darnos un corazón nuevo (ver. Ez 36:26). En el proceso de esta cirugía del corazón, quizás Jesús, con su habilidad, cuidado, y sabiduría incomparables, considere necesario permitirnos experimentar el dolor (ver Lc 2:35). Sin embargo. Jesús no prometió eliminar todos los dolores; más bien, Él prometió que por tener fe en Él, podemos proteger nuestros corazones de inquietudes (Jn 14:1).

Por el amor que nos tiene, Jesús, el buen doctor, no nos ha dicho todo acerca de nuestra cirugía y recuperación porque no estamos listos para soportarlo (Jn 16:12). No sabemos qué tipo de dolor vamos a experimentar o cuánto tiempo durará. Quizás el dolor vendrá físicamente, intelectualmente, espiritualmente, emocionalmente, etc.

Así que todo se reduce a creer en el doctor. El doctor Jesús, el creador de tu cuerpo, sabe más anatomía y tiene mucho más cuidado personal de ti que el mejor médico del mundo. Jesús nos dice "Crean en mí" (Jn 14:1). "No se angustien por nada…Entonces la paz de Dios…tomará bajo su cuidado los corazones y los pensamientos de ustedes" (Fil 4:6-7).

Oración:  "Jesús, confío en Ti. Misericordia de Dios, confío en Ti."

Promesa:  "Este mensaje de salvación está dirigido a ustedes" (Hch 13:26).

Alabanza:  El hermano Marcos aconsejó a una madre de un joven con problemas que pusiera su ansiedad en el altar de Dios.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de diciembre de 2013

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