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Viernes, 8 de marzo de 2013

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san Juan de Dios


Oseas 14:2-10
Salmo 81:6-11, 14, 17
Marcos 12:28-34

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Reflexiones Similares

cartas de amor

«…y tú amarás…» (Marcos 12:30).

En la Vigilia o la Misa del domingo de Pascua, seremos llamados a renovar nuestras promesas bautismales. Nos preguntarán las seis preguntas más grandes y difíciles de nuestra vida. Si contestamos "Si", afirmamos nuestro amor a Dios nuestro Señor con todas nuestras fuerzas, alma, mente y corazón; y el amar al prójimo como a nosotros mismos (Mk 12:30-31).

¿Cómo es posible vivir esta vida de amor total? "Nosotros, por nuestra parte, amamos porque Él primero nos amó " (1 Jn 4:19). Nuestro amor por el Señor y por los otros es posible sólo en respuesta a Su amor perfecto e incondicional por nosotros. Dios ha cumplido Su promesa de amarnos libremente (Os 14:5). El Padre nos amó tanto que nos dio Su Hijo quien se hizo humano para morir en la Cruz por amor a nosotros. Quiso además acercase en la Sagrada Comunión y vivir dentro de nosotros para siempre. "El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Rm 5:5). Cuando recibimos ese amor, nos es posible amar a Dios y a los demás, incluso a nuestros enemigos.

Ahora que entramos más profundamente en estos cuarenta días de ayuno cuaresmal, debemos arrepentirnos, perdonar y obedecer. Así nuestros corazones podrán recibir el amor de Dios. "Les hemos hablado, corintios, con toda franqueza y hemos abierto completamente nuestro corazón…Les hablo como a mis propios hijos: también ustedes abran su corazón"(2Cor 6:11,13). Sólo con el corazón abierto y receptivo podemos amar de todo corazón.

Oración:  Padre, que pueda yo "tomar plenamente, con todos los santos, la amplitud y longitud, altura y profundidad, del amor de Cristo y experimentar ese amor" (Ef 3:18-19).

Promesa:  " Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tu falta te ha hecho caer. Preparen lo que van decir y vuelvan al Señor" (Os 14:2-3).

Alabanza:  Cuando se incendió el hospital de san Juan, él sacó a todos los pacientes a través de las llamas, pero ninguno de ellos se quemó (Is 43:2).

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro de nuestro equipo editorial)

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 27 de septiembre de 2012

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