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Miércoles, 7 de marzo de 2018

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santas Perpetua y Felicidad


Deuteronomio 4:1, 5-9
Salmos 147:12-13, 15-16, 19-20
Mateo 5:17-19

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cumpliendo la orden

"El que los cumpla y enseñe (estos mandamientos), será considerado grande en el Reino de los Cielos" (Mateo 5:19).

Hace muchos años, le dije a mi hija pequeña que recogiera el desorden en su dormitorio. Una hora más tarde, revisé su habitación. ¡Papá, papá! Exclamó: "Limpié mi piso como me lo dijiste. ¡Y mira, también hice mi cama, limpié mi estante y mi escritorio!" Mi hija cumplió mi orden y la excedió por su deseo de satisfacer a su papá querido.

El Antiguo Testamento contiene mandamientos que debían ser "cuidadosamente" observados (Dt 4:6). Además, Jesús ha elevado las exigencias de estos mandamientos a un nivel mucho más alto de cumplimiento. También nos exige que obedezcamos no solo la letra de Sus mandamientos (Mt 5:17ss), sino también el espíritu (ver 2 Co 3:6).

Para cumplir la letra y el espíritu de estos nobles mandamientos, necesitamos el Espíritu Santo. Las "justas demandas" de los mandamientos de Dios solo se cumplen en el Espíritu (Rom 8:4). En el Espíritu Santo, el amor de Dios es derramado en nuestros corazones (Rom 5:5). Con amor a Dios desbordado en nuestros corazones, nos enfocamos en agradar a Dios (ver Rom 8:8). El Espíritu nos conduce a "exclamar, '¡Abba!' (Es decir, '¡Padre!')" (Rom 8:15).

Como el amor de mi hija por mí la mantuvo alegremente enfocada en complacerme cumpliendo mi orden, así nuestro amor por Dios, inspirado por el Espíritu, nos llena del deseo de complacerlo. "El amor a Dios consiste en cumplir Sus mandamientos, y Sus mandamientos no son una carga" cuando lo amamos de todo corazón (1 Jn 5:3). En el Espíritu, dile al Señor: "Amo Tus mandamientos" (Sal 119:127). Entonces observa y excede Sus órdenes.

Oración:  Padre, "Me deleitaré en Tus mandamientos que yo amo tanto" (Sal 119:47). Me deleito en Ti y Te amaré con abandono.

Promesa:  "Él reforzó los cerrojos de tus puertas y bendijo a tus hijos dentro de ti" (Sal 147:13).

Alabanza:  Santa Perpetua estaba tan absorta en el amor de Dios durante su martirio que no sabía que había sufrido grandes heridas.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 29 de noviembre de 2017.

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