Dios creó una pareja adecuada para Adán, el primer hombre. Esta pareja coincidió tan perfectamente con Adán, que él pudo exclamar "¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne!" (Gn 2:23). Literalmente, Eva completó la carne de Adán; ella fue creada con la parte que le faltaba al cuerpo de Adán, su costilla. Al convertirse en uno con Eva, la parte que faltaba a Adán (Gn 2:21) fue restaurada y ambos fueron un todo. Una persona joven que ha discernido el llamado a la vocación del matrimonio debe ponderar estas palabras: "¿No tienes mujer (o esposo)? No la busques" (1 Co7:27). Dios ha creado una compañera apropiada para ti. La clave para iniciar tu vocación para el matrimonio es dejar que Dios te ponga junto a tu pareja idónea. La palabra de Dios te dice que no busques una esposa. Sólo busca continuamente servir a Dios en tu estado de vida actual y deja que Él traiga tu futura esposa a tu vida (ver Mt 6:33). Dios es extremadamente talentoso y creativo para formar parejas. Su único obstáculo es cuando no tenemos paciencia, escogemos nuestra propia esposa y no esperamos a que Él despliegue su plan perfecto. Para los que ya están casados, si el matrimonio no es perfecto, es tentador preguntarse si se empezó antes de tiempo y te casaste con la persona equivocada. Reflexiona sobre este pasaje: "¿Estas unido a una mujer (o esposo)? No te separes de ella" (1 Co7:27). Jesús puede hacer nuevas todas las cosas (Ap 21:5). Él realizó su primer milagro en una boda cambiando lo vacío en lo pleno y hermoso, sobrepasando en mucho la calidad de lo que antes había (Jn 2:1ss). Incluso ahora, Dios puede convertirlos en una pareja adecuada. |