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Miércoles, 30 de diciembre de 2015

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1 Juan 2:12-17
Salmos 96:7-10
Lucas 2:36-40

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"Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él" (1 Juan 2:15).

La mayoría de nosotros creemos que el amor por el mundo podría distraer a la gente de recibir el amor de Dios Padre. En contraste, el Señor sostiene que el amor por el mundo desplaza totalmente el amor del Padre de nuestras vidas. Por lo tanto, no debemos tener amor por el mundo (1 Jn 2:15), no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne (Rom 13:14) y crucifiquen "la carne con sus pasiones y sus malos deseos" (Gál 5:24). El amor por el mundo es como el cáncer. Incluso un poquito de éste mata.

El Señor ha sido muy claro acerca de nuestra relación con el mundo. Él nos eligió y sacó del mundo (Jn 15:19), y el mundo nos odia (Jn 15:18; 17:14). Sin embargo, podemos optar por ser amigos del mundo y de este modo convertirnos en enemigos de Dios (Stg 4:4; Fil 3:18-19).

Tan clara es para el Señor nuestra relación con el mundo, que muchos cristianos nunca han recibido el mensaje. Por eso, el Señor ha enviado a mensajeros cristianos que como niños pequeños, dependen de Dios Padre (ver 1 Jn 2:12, 14). Estos "pequeños" son agraciados por el Espíritu Santo para convencernos de nuestra vanidad (ver Jn 16:8). Los padres son ungidos especialmente para comunicar el mensaje del amor suficiente de Dios Padre (1 Jn 2:13, 14). En el amor de nuestro Padre, lo tenemos todo. No necesitamos "el mundo con sus seducciones" (1 Jn 2:17). Por último, el Señor ha elegido a los jóvenes (1 Jn 2:13, 14) al igual que a Pablo, Antonio, Benito, Francisco, Domingo y otros a rebelarse contra el mundo. El mensaje de estos jóvenes sacude el mundo. Debido a ellos, muchos se crucifican para el mundo y viven en el amor del Padre (Gal 6:14).

Oración:  Padre, esta Navidad libérame del mundo.

Promesa:  Ella "no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén" (Lc 2:37-38).

Alabanza:  Santiago buscó a Jesús en silencio, oyó la llamada a la vida monástica y aceptó su nueva vocación.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 24 de augusto de 2015.

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