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Jueves, 11 de diciembre de 2014

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Papa San Dámaso I


Isaías 41:13-20
Salmos 145:1, 9-13
Mateo 11:11-15

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buena violencia

"Desde la época de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo" (Mateo 11:12).

¿Cómo es que el violento puede tomar el Reino de Dios por la fuerza? Durante el tiempo de Jesús en la tierra, un grupo llamado los zelotes (o fanáticos) creían que tomarían el Reino de Dios por la fuerza librando una guerra de guerrillas contra los romanos. Jesús rechazó esta forma, aclarando que Su Reino no era de este mundo (Jn 18:36).

A lo largo de la historia de la Iglesia, algunas personas santas interpretaron y aplicaron Mateo 11:12 haciéndose daño a sí mismos a través de penitencias físicas severas. Mientras que hay algún valor en esto, el Señor probablemente quiere decir otra cosa.

El Papa Pablo VI aplicó Mateo 11:12 en hacer violencia contra nuestros deseos, orgullo y la búsqueda del placer al decir "no" a nosotros mismos; arrepintiéndonos y humillándonos. Esta negación a sí mismo es desgarradora. Hacemos violencia contra las fortalezas, sofismas y pretensiones orgullosas de nuestras vidas (2Co 10:4-5). Nos bajamos de nuestros pedestales. Nos arrepentimos de nuestra idolatría y destruimos violentamente a los falsos dioses que hemos entronizado. El Padre Al Lauer, fundador y autor por mucho tiempo de Un Pan, Un Cuerpo, dijo: "Cuanto más decimos 'No' a nosotros mismos, más decimos 'Sí' al Espíritu Santo." De tal manera al decir "No" a nosotros mismos y aplicar violencia a nuestros propios deseos, nosotros disminuimos mientras que Jesús crece (Jn 3:30). Aplica violencia a tu deseo y vive en el Reino de Dios.

Oración:  Padre, en este Adviento dame violencia divina.

Promesa:  "Porque Yo, el Señor, soy tu Dios, el que te sostengo de la mano derecha y te digo: 'No temas, yo vengo en tú ayuda' " (Is 41:13).

Alabanza:  El Papa San Dámaso I pasó mucho tiempo en el drenaje y la limpieza de las catacumbas romanas, donde los primeros cristianos romanos adoraban a Jesús. Él quería que la Iglesia se fortaleciera con la memoria de los mártires del pasado.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 14 de agosto de 2014

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