El gobierno de los Estados Unidos caerá, así como han caído las grandes dinastías y gobiernos a través de la historia. Es cuestión de tiempo. Sera una realidad, los cielos y la tierra desaparecerán (2 Pe 3:10, 12). No existirá más el Gran Cañón, el Océano Pacifico, California, Himalaya, Australia, África, Filipinas, Norte América, etc. Cada edificio desaparecerá (Cfr. Lc 21:6) como también el Sol, la Luna, los planetas, las estrellas y las galaxias. Los rascacielos y el horizonte completo desaparecerán como si fueran castillos de arena. Todos los cuerpos humanos morirán y se descompondrán, excepto aquellos que vivan cuando regrese Jesús (1 Tes 4:17). No deberíamos reaccionar a la certeza de una total destrucción con desesperación o depresión, sino mejor con agradecimiento y fortalecidos en nuestro compromiso con Jesús, el Rey de los reyes y el único reinado que durará. En ese contexto, resulta tonto e inútil estar envuelto en cosas que no sean del reino de Jesús. ¡Qué privilegio tenemos de ser dirigidos por el Rey Jesús para buscar primero su Reino! (Mt 6:33). Recemos para que llegue su Reino (Mt 6:10), y ¡hagamos todo lo necesario para alcanzar Su Reino! (Mt 13:44, 46). "Por eso, nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible, mantengamos la gracia y a través de ella ofrezcamos a Dios un culto que le sea grato, con reverencia y temor" (Heb 12:28). |