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Lunes, 8 de octubre, 2012

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Gálatas 1:6-12
Salmo 111:1, 2, 7-10
Lucas 10:25-37

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el hombre o jesús: una decision agradable

"¡Pues si todavía buscara agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo!" &#151;Gálatas 1:10

En mi escritorio descansa una cita de Ethel Barrett: "Nos preocuparíamos menos de lo que otros piensan de nosotros si nos diéramos cuenta lo poco que lo hacen." Agradar a las personas sencillamente no sirve. Lo que les agradaba el mes pasado, les molesta hoy. ¡Que esclavizante es intentar complacer siempre a las personas – especialmente a aquellas que no piensan en nosotros!

Sin embargo, más importante es la complementación de la cita antes mencionada: "Si nos diéramos cuenta, cuánto piensa Jesús en nosotros, estaríamos absorbidos pensando en Él." Jesús murió por tus pecados y los míos. Incluso, ha "escrito tu nombre" en las palmas de sus manos, marcadas por las cicatrices de los clavos (Is 49:16). Si el Señor se olvidara de nosotros por un segundo, enseguida dejaríamos de respirar y moriríamos. ¡Cesaríamos de existir! ¡Qué liberador es tener un Maestro que nos ama totalmente! En Su amor por nosotros, Dios nos ha hecho saber en Su palabra, lo que le agrada (Bar 4:4).

Lo más asombroso es que cuando decidimos agradar y complacer al Señor en vez de a las personas, Dios puede bendecirnos a la vista de las personas. "Cuando el Señor está complacido de los actos del hombre, hace que sus enemigos estén en paz con Él" (Pr 16:7).

No le busquemos la quinta pata al gato, intentando complacer tanto al hombre como a Dios (1 Kgs 18:21). No podemos servir a ambos (Mt 6:24). "Decide hoy a quién servirás" — Dios o el hombre (Jos 24:15). Que tu escogencia sea la de Cristo, y lo sirvas con regocijo (Sal 100:2).

Oración:  Padre, que mi vida sea de tu agrado (Sal 104:34). Que yo me complazca en ser conocido como tu discípulo.

Promesa:  "Las obras de sus manos son verdad y juicio, fieles son todos sus mandamientos." —Sal 111:7

Alabanza:  Greg, un candidato de la RCIA, desea tanto recibir a Jesús en la Eucaristía que sus ojos se aguan durante la consagración en la Misa.

Referencia:  (Este texto fue introducido por un miembro de nuestro equipo editorial.)

Rescripto:  †Muy Reverendo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 13 de augusto de 2012

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