Los discípulos de Jesús no ayunaban, mientras los fariseos y los discípulos de Juan si lo hacían (Mt 9:14). Jesús explicó que Sus discípulos ayunarían más tarde, después que recibieran una vida nueva en el Espíritu. Esto era necesario porque, ayunar en el nombre de Jesús es tan poderoso que no hubiese sido compatible con el viejo estilo de vida.

Por ejemplo, la clase de ayuno de Jesús es a veces, muy extrema, Jesús hizo ayuno por cuarenta días y noches (Mt 4:2). Esto fue mucho más largo que el ayuno anual de los israelitas en el Día de Expiación e incluso en los dos días de ayuno semanales de los fariseos. Sin la nueva vida en el Espíritu, no tendríamos el discernimiento, la fuerza y la motivación pura, que es tan importante para un ayuno extenso.

La clase de ayuno de Jesús era también diferente del ayuno del Antiguo Testamento, porque era una acción, más que una reacción. El ayuno en el Antiguo Testamento usualmente era una reacción al pecado y a sus resultados desastrosos. De cualquier forma, Jesús usó el ayuno para inaugurar Su Ministerio público y la primera jornada misionera de la Iglesia. Sin una vida de ministerio y de misión, nosotros no tendríamos un odre en el cual pudiéramos contener la forma de ayuno de Jesús. Si tenemos problemas en ayunar, o no le vemos su valor, quizás deberíamos cambiar primero el odre viejo de nuestro estilo de vida.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de marzo de 2017.

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