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Miércoles, 28 de agosto de 2013

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san Agustín


1Tes 2,9-13
Salmos 139,7-12
Mateo 23,27-32

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tiren la podredumbre

"Jesús dijo, '¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, se parecen a los sepulcros encalados! Por fuera buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre'" (Mateo 23,27).

Lo mismo sucede a las personas cristianas, a las Iglesias; por fuera parecen justos pero por dentro están repletos de podredumbre. Están llenos de huesos, hipocresía, maldad y violencia (Cfr. Mt 23,28), pecados, culpas, miedos, resentimientos, rencor, celos, depresión, dolor, rabia, frustración, odio, y amargura. Con frecuencia, dejamos acumular la podredumbre según van pasando los años.

De esta manera, el mundo se convierte en un depósito de podredumbre. Luego de "convivir" en la podredumbre, comenzamos a sentirnos parte de esa podredumbre que rodea nuestras vidas y alrededores. Comenzamos a pensar y sentirnos "sucios." Comemos comida chatarra, vemos programas de televisión que no nos educan, aceptamos que somos sucios…"porquería". ¿Quién nos puede salvar de esta inmensa podredumbre? ¿Quién nos puede ayudar a tirar esta podredumbre acumulada a través de largos anos de vida?

Jesús es la respuesta, la única respuesta. Él nos limpia cuando nos arrepentimos y nos acercamos a la Confesión. Él nos alienta a vivir de una manera más digna, más conforme a Él (1Tes 2,12). Jesús quiere vernos "justos e irreprochables" (1Tes 2,10). Jesús nos llama a su Reino y a su Gloria (1Tes 2,12). Somos especiales, santos, limpios y amorosos. Fuimos lavados con Su sangre. Dios no ha creado porquería. Él sólo crea obras de arte, obras de arte sin el más mínimo defecto.

Oración:  Padre, puedo ser, sentir y vivir limpio y santo.

Promesa:  "Y por eso también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque cuando recibimos la palabra que predicamos, la recibimos no como palabra humana, sino como lo que es de verdad: palabra divina, que actúa eficazmente en nosotros, los creyentes" (1Tes 2,13).

Alabanza:  San Agustín es un ejemplo del hermoso trabajo de Dios, él se arrepintió de no haber creído en Dios por muchos años. Así dio su vida al Señor, y luego se dirigió a su Dios como "lo más hermoso de los últimos días".

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de mayo de 2013

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