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Jueves, 22 de agosto de 2013

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Realeza de María


Jueces 11,29-39
Salmos 40,5, 7-10
Mateo 22,1-14

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la muerte de la muerte

"Entonces Jefté hizo al Señor el siguiente voto: 'Si entregas a los amonitas en mis manos, el primero que salga de la puerta de mi casa a recibirme, cuando yo vuelva victorioso, pertenecerá al Señor y lo ofreceré en holocausto'" (Jueces 11,30-31).

El precio de la victoria es por lo general la muerte - la muerte del enemigo y otras víctimas en el lado "ganador". Por ejemplo, el precio de la victoria de Jefté fue la muerte de su hija y de sus enemigos los amonitas. Del mismo modo, el precio de la victoria de Jesús en la cruz fue su propia muerte. Sin embargo, su victoria fue la victoria sobre la muerte. Por lo tanto, la muerte física no necesariamente debe ser el precio de la victoria. "La muerte ha sido vencida" (1Cor 15,54).

Hoy celebramos la Realeza de María. Las circunstancias que rodearon la muerte de María manifiestan la victoria de Jesús sobre la muerte. Al morir, el cuerpo de María no se descompuso en una tumba, pero fue asunta al cielo, donde fue coronada como Reina de los Cielos y la Tierra. Si vivimos vidas comprometidas con Jesús, también nosotros seremos victoriosos en el momento de nuestra muerte. El día de nuestra muerte será el día más feliz de nuestras vidas, porque veremos a Jesús cara a cara (1Cor 13,12). Vamos a comenzar nuestro último día en la Tierra en medio del dolor, el sufrimiento y tentaciones de este mundo, y vamos a finalizar ese día en la perfecta felicidad del cielo. "¡Demos gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo!" (1Cor 15,57).

Oración:  Padre, libérame del temor de la muerte (Heb 2,15).

Promesa:  "Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren" (Mt 22,09).

Alabanza:  María dijo: "Que se cumpla en mí." Poco sabía ella que esto incluiría ser coronada Reina del Cielo.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de mayo de 2013

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