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Domingo, 13 de julio de 2014

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15º domingo de Tiempo Ordinario


Isaías 55:10-11
Romanos 8:18-23
Salmos 65:10-14
Mateo 13:1-23

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el gozo del sufrimiento

"Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros" (Romanos 8:18).

Cuando experimentamos dolor físico, podemos tomarnos alguna pastilla y calmar el dolor. Pablo nos recomienda orar para obtener una conciencia más profunda de la Gloria de Dios. Necesitamos aumentar nuestra conciencia de la gloria de Dios para que disminuya nuestro dolor. Después consideraremos nuestro dolor como nada comparado con la gloria que se revelará en nosotros. De modo que consideraremos el sufrimiento como un privilegio (Fil 1:29), encontraremos la alegría en el sufrimiento (Col 1:24), y hasta nos alegraremos según la medida en que suframos (1 Pe 4:13).

Para la mayoría de la gente el gozo aumenta en la misma medida con que disminuye el sufrimiento. Para los cristianos conscientes de la gloria de Dios el gozo aumenta a medida que el sufrimiento aumenta. Esto es posible solamente para aquellos que verdaderamente son conscientes de la gloriosa presencia de Dios (1 Pe 2:19). El temor del Señor es el comienzo de la sabiduría (Sal 111:10), incluso la sabiduría hacia nuestro sufrimiento. Encontramos gozo en el sufrimiento solamente cuando sufrimos para redimirnos por medio de nuestro propio sufrimiento y persecución.

La mayor parte de nuestros sufrimientos desaparece con el arrepentimiento, la evangelización, la predicación y la sanación. Pero el sufrimiento que nos redime debe ser comparado a la gloria de Dios y considerarse en nada (Rom 8:18). Debemos regocijarnos en el sufrimiento que redime y buscar aumentarlo viviendo en totalidad para Cristo.

Oración:  Padre, dame la fe y el amor para orar y compartir más de Tus sufrimientos (ver Fil 3:10).

Promesa:  "así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé" (Is 55:11).

Alabanza:  Estuvo muerto, pero ahora vive (Ap 1:18). ¡Jesús es el Señor! ¡Aleluya!

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2014

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