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Jueves, 5 de junio de 2014

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san Bonifacio
Novena de Pentecostés - Día 7


Hechos 22:30; 23:6-11
Salmos 16:1-2, 5, 7-11
Juan 17:20-26

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los mejores planes de los hombres

"Pablo sabía que algunos de ellos eran saduceos y otros fariseos" (Hechos 23:6).

El juicio de san Pablo ante el Sanedrín no iba bien. El sumo sacerdote ya "había ordenado a sus asistentes que le pegaran a Pablo en la boca" (Hch 23:2). De fijo, la audiencia de Pablo no estaba a su favor. Entonces a Pablo se le ocurrió una treta para salir del lío en que estaba. Plantando una disputa teológica, logró enfrentar a los saduceos del Sanedrín contra los fariseos del Sanedrín. Su plan pareció funcionar al principio, ya que los fariseos y los saduceos comenzaron a pelearse entre sí (Hch 23:9). Sin embargo, esto no fue suficiente, y eventualmente casi lo destrozan (Hch 23:10). Resultó que Pablo quedó prisionero por dos años (Hch 24:27), casi se ahoga en un naufragio (Hch 27:14ss) y quedó bajo arresto domiciliario en Roma dos años más (Hch 28:30).

La "moraleja de esta historia" es esta:

  • El ingenio humano puede resultar contraproducente.
  • Se perdieron cuatro años por tratar de ahorrar tiempo.
  • El Señor es misericordioso y dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman (Rom 8:28).

"Lo que nace de la carne es carne, lo que nace de Espíritu es espíritu" (Jn 3:6). No hagas de las tuyas. Sigue el ejemplo del Espíritu (Gal 5:25). Nuestros mejores planes fallan. Los planes del Señor siempre tienen éxito.

Oración:  Padre, crucificaré mi carne (Gal 5:24) y viviré por el Espíritu.

Promesa:  "No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a tu palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste" (Jn 17:20-21).

Alabanza:  San Bonifacio escribió: "lo que nosotros solos no podemos soportar, soportémoslo con la ayuda de Cristo".

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2014

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