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Lunes, 25 de junio de 2018

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2 Reyes 17:5-8, 13-15, 18
Salmos 60:3-5, 12-13
Mateo 7:1-5

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¿te consideran una persona "prejuiciosa"?

"No juzguen, para no ser juzgados" (Mateo 7:1).

Uno de los poquísimos pecados graves que admite nuestra cultura es el de juzgar. En nuestra sociedad secular y humanista, ser promiscuo, adicto, mentiroso, ambicioso, lujurioso o soberbio son cosas que fácilmente se toleran e incluso a veces se celebran; pero el hecho de juzgar es casi un pecado imperdonable.

Jesús nos manda que no juzguemos a los demás de cierta manera, pero eso no es lo mismo que para el mundo significa juzgar o ser prejuiciosos. Jesús nos dice que tenemos que juzgar nuestros pecados en primer lugar y arrepentirnos (ver Mt 7:5). Entonces seremos capaces de juzgar los pecados que otros han cometido e invitarlos al arrepentimiento (ver Mt 7:5). No debemos ser permisivos. Nuestra responsabilidad es juzgar la moralidad de nuestras propias acciones y los actos de los otros.

Sin embargo, no nos compete juzgar la culpa subjetiva de los otros. (Mt 7:2). Aunque frecuentemente seamos capaces de juzgar si lo que otros hacen está bien o mal, no podemos saber si lo hacen con pleno conocimiento de causa (ver Lc 23:34). También, puesto que no nos compete juzgar la culpa subjetiva de otros, obviamente no debemos ni dictar sentencia ni imponer un castigo por sus pecados (ver Mt 7:2).

Mantengámonos fuera de la venganza y la falta de perdón, más bien ocupémonos de hablar la verdad con amor (Ef 4:15) y seamos ministros de la reconciliación (2 Co 5:18).

Oración:  Padre, que no me preocupe de ser juzgado prejuicioso. Que sea mi obediencia a Ti lo que me mantenga ocupado.

Promesa:  "Y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano" (Mt 7:5).

Alabanza:  Don y Jean eran tan acogedores con los amigos adolescentes de sus hijos, que incluso hoy, décadas después, muchos de esos amigos siguen visitándolos en días festivos y otras ocasiones especiales.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 28 de diciembre de 2017.

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