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Viernes, 9 de mayo de 2014

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Hechos 9:1-20
Salmos 117:1-2
Juan 6:52-59

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sal al camino

"El Señor Jesús &#8213;el mismo que se te apareció en el camino&#8213; me envió a ti" (Hechos 9:17).

Saulo fue a Jerusalén y después a Damasco para arrestar a aquellos "seguidores del camino del Señor" (Hch 9:2). Una traducción más literal sería "aquellos que viven de acuerdo con y a la manera del Señor"; o si precisamos aún más: "aquellos que viven de acuerdo con el camino". Irónicamente Jesús se le apareció a Saulo de camino a Damasco (Hch 9:3) cuando Saulo se dirigía a arrestar a aquellos "que vivían de acuerdo al camino".

La conversión de Saulo no fue la única que comenzó de camino a otro lugar. El eunuco etíope llevó el evangelio hasta los confines de la tierra (ver Hch 1:8) después de haber sido convertido haciendo su jornada sentado en el carruaje (Hch 8:26ss). En aquella tarde después de la resurrección de Jesús, los dos discípulos que iban de camino a Emaús "se decían, ¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?" (Lc 24:32). "Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y como lo habían reconocido al partir el pan" (Lc 24:35). Después de que María recibió el Espíritu Santo y se convirtió en la madre de Dios, ella se puso de camino llevando en su seno a Jesús por obra del Espíritu para ver a su prima Isabel, ya en un estado avanzado de su embarazo de Juan el Bautista (Lc 1:39).

Jesús, María y Pablo estaban de camino. La Iglesia primitiva se llamaba a sí misma "el camino". El mensaje es el siguiente: esta vida es un viaje por este camino que es mundo, la Iglesia es una posada en el camino, y nuestro trabajo es el de un peregrino que quiere llegar a su destino. Sal a las sendas y caminos, y exhórtalos a conocer a Jesús (Lc 14:23). Sal al camino por Jesús.

Oración:  Padre, por la mediación de san José, yo llevaré tu evangelio a aquellos con los cuales trabajo.

Promesa:  "Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él" (Jn 6:55-56).

Alabanza:  Juan tomó la decisión de pasar más tiempo con Jesús sacramentado ante el sagrario, comprometiéndose a pasar una hora semanal en adoración eucarística.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 18 de diciembre de 2013

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