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Miércoles, 1 de abril de 2015

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Semana Santa


Isaías 50:4-9
Salmos 69:8-10, 21-22, 31, 33-34
Mateo 26:14-25

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Reflexiones Similares

cuando jesús no es el señor de tu vida

"¿Seré yo, Maestro?" (Mateo 26:25).

Observa que, en el relato de la Pasión de Mateo, Judas se dirigió a Jesús simplemente como "Maestro", no como Señor (Mt 26:25; ver también Mt 26:49). Todos los otros discípulos se dirigían a Jesús como "Señor" (Mt 26:22). Llamar a Jesús "Rabino", es decir, "Maestro" (ver Jn 1:38), da evidencia de que Judas ya había dejado de reconocer a Jesús como su Señor y Dueño. Ya que ningún hombre puede tener dos dueños (Mt 6:24), Judas ahora tenía un dueño diferente a Jesús; él transfirió su lealtad a los jefes de los sacerdotes judíos (ver Mt 26:14ss). ¡Qué tragedia!

Judas traicionó a Jesús con tanta discreción que incluso los otros once apóstoles, que eran tan rápidos a compararse entre sí (ver Mt 20:24; Mc 9:34; Lc 9:46; 22:24), ni siquiera sospecharon de Judas. Ninguno de los otros discípulos le dijo: "Señor, ¿es Judas?" En su lugar, todos le preguntaron a Jesús si ellos mismos lo habían traicionado (Mt 26:22). Judas escondió su traición con éxito aun de sus asociados más cercanos, pero el Señor sabía la verdad.

Judas muestra que es posible engañar incluso a los pilares de la Iglesia haciéndoles creer que somos grandes siervos de Jesús. Incluso podemos engañarnos a nosotros mismos pensando que hemos entregado nuestras vidas a Jesús. Sin embargo, no podemos engañar al Señor. Debemos dar a Jesús cada aspecto de nuestras vidas para llamarlo verdaderamente nuestro Señor. Como el Padre Al Lauer, fundador y por mucho tiempo autor de Un Pan, Un Cuerpo, a menudo proclamaba: "Si Jesús no es Señor de todo, entonces Él no es Señor de nada en tu vida." Pídele a Jesús que te indique algún área de tu vida que todavía no está sujeta a Él. Dale tu todo a Jesús, hazlo tu Señor.

Oración:  Señor Jesús, clávame a tu cruz contigo, de manera que yo nunca pueda dejarte en tiempos difíciles.

Promesa:  "Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como un discípulo. El Señor abrió mi oído y yo no me resistí ni me volví atrás" (Is 50:4-5).

Alabanza:  Despacio, con mucha oración, Juan ganó el respeto de sus compañeros de trabajo, y ellos disminuyeron su hablar vulgar en el trabajo.

Referencia:  (Esta enseñanza fue presentada por un miembro del equipo editorial).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 1 de abril de 2015

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