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Martes, 20 de marzo de 2018

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Números 21:4-9
Salmos 102:2-3, 16-21
Juan 8:21-30

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¿vas a quejarte por siempre?

"Pero en el camino, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés" (Números 21:4-5).

El pueblo de Dios se quejó del maná que Él les dio diariamente durante años. Aunque el Señor había liberado a toda la nación de la esclavitud de Egipto, se quejaron contra el Señor y Moisés (Num 21:5, 7). "Entonces el Señor envió contra el pueblo unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos israelitas" (Num 21:6). El Señor nos ama tanto que condona nuestra ingratitud egoísta. O nos arrepentimos o morimos en nuestros pecados de ingratitud (ver Jn 8:21, 24). Si decidimos permanecer ingratos, existiremos para siempre en un infierno de egoísmo y quejas.

En el infierno, la palabra "gracias" nunca se ha pronunciado. Si alguna vez hubiera un buen día en el infierno, los residentes se quejarían automáticamente de ello tanto que se convertiría en un "infierno de un día". En el infierno, todo el mundo está diciendo que es Dios; así que todos los demás son dioses falsos que van a ser destronados y destrozados. La gente muere de quejarse, pero sus quejas no mueren. Esto persiste siempre para hacer el infierno mucho más infernal.

Nuestra adicción al yo constantemente vomita las quejas mientras ahoga la gratitud. ¿Cómo podemos eliminar esta adicción? Jesús, cuyo nombre significa "Salvador", solo puede salvarnos de la autodestrucción (ver Rom 7:24-25). Cree en Jesús. Él dijo: "Ustedes morirán en sus pecados. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados" (Jn 8:24).

Oración:  Padre, "te estoy eternamente agradecido. Estoy eternamente agradecido por la cruz".

Promesa:  "Después les dijo: 'Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo Soy y que no hago nada por mí mismo, sino que digo lo que el Padre me enseñó. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada'" (Jn 8:28-29).

Alabanza:  Cuando Joan se convirtió en una joven viuda con hijos pequeños, estaba perdida y no sabía qué hacer. Fue la confianza en el Señor la que la atrajo. "No temas, basta que creas" (Mc 5:36).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 29 de noviembre de 2017.

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