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Martes, 18 de marzo de 2014

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san Cirilo de Jerusalén


Isaías 1:10, 16-20
Salmos 50:8-9, 16-17, 21-23
Mateo 23:1-12

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Reflexiones Similares

caminos de culpa

"Aunque sus pecados sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, serán como la lana" (Isaías 1:18).

En las lecturas de ayer, Daniel confesó dos veces: "la vergüenza reflejada en el rostro" (Dan 9:7, 8). En la primera lectura de hoy, el Señor promete perdonar los pecados que son como "escarlata" o "rojo púrpura" Estos pecados escarlata son los que más nos avergüenzan. La vergüenza es una forma de autoestima baja. Sentimos que no somos buenos, sucios, avergonzados de nosotros mismos.

La vergüenza es el resultado de abordar la culpa con nuestras propias fuerzas. La culpa es buena. Es normal, es una reacción al pecado dada por Dios. La culpa es la contraparte espiritual de la sensación física del dolor. Así como el dolor nos salva de ser seriamente heridos o nos advierte que necesitamos atención médica, así también la culpa nos previene de algo espiritualmente incorrecto. La culpa es parte de la realidad. La pregunta no es: "¿Estoy en el camino de culpa?" Todos los seres humanos vamos por caminos de culpa. No podemos evitar esto. La pregunta es: "¿Cuándo, dónde y por cuánto tiempo voy a estar en un camino de culpa"?

Si tratamos la culpa arrepintiéndonos inmediatamente y tomando el camino corto del perdón de Jesús, recibimos amor, misericordia y liberación de nuestros pecados. Si retrasamos nuestro camino de culpa y creemos que no necesitamos tomar ninguno, eventualmente y de todas maneras tomaremos uno. Mientras más esperemos, resultará peor. Si esperamos demasiado, finalmente tomamos el camino de una sola vía al infierno. Si tomamos el camino no hacia el amor de Jesús sino hacia la autocompasión o hacia el esfuerzo humano, la culpa nos conduce a la vergüenza, es decir hacia el odio de nosotros mismos. Por eso, cuando pecamos, debemos arrepentirnos inmediatamente y tomar el sendero corto del perdón de Jesús.

Oración:  Padre, gracias por la culpa y especialmente por Jesús y Su sangre derramada para limpiar nuestros pecados.

Promesa:  "Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado" (Mt 23:12).

Alabanza:  San Cirilo se dedicó celosamente a enseñar a los catecúmenos durante la Cuaresma y la Pascua. Sus lecciones fueron tan ungidas que han durado más de diez y siete siglos.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 8 de augusto de 2013

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