Jesús siempre tiene el perdón en mente. A pesar de que había hecho un agujero en el techo, Jesús responde: "hombre, tus pecados te son perdonados" (Lc 5:20). Un hombre paralizado se encuentra ante Él y Jesús dice: "el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados" (Lc 5:24). Los apóstoles piden a Jesús que les enseñe a orar y Jesús responde: "Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido" (Mt 6:12). Aun estando colgado en la cruz, entre sus últimas palabras, Jesús oró: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"(Lc 23:34). "Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores" (1 Tim 1:15). "Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse" (Lc 15:7). Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1:29). Él está preocupado con el perdón de los pecados. Si le preguntamos a Jesús sobre nuestro regalo de Navidad, Él nos ofrecerá el perdón de nuestros pecados. Si nos quejamos de nuestros problemas, Él nos invitará a la confesión. Si culpamos a nuestra pareja de algo, Jesús nos hablará de la viga en nuestro propio ojo (Mt 7:3). Cuando Jesús habla de la Navidad, piensa en el perdón de los pecados mediante el Sacramento de la Reconciliación. Ve a confesarte, dale a Jesús el regalo de tu arrepentimiento. |