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Viernes, 28 de noviembre de 2014

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Apocalipsis 20:1-4, 11 -21:2
Salmos 84:3-6, 8
Lucas 21, 29-33

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pasó a otra vida

"Pero mis palabras no pasarán " (Lucas 21:33).

Para describir la muerte, decimos: "Pasó". "El cielo y la tierra pasarán" (Lc 21:33; Ap 21:1). "Van a cambiar, porque son creadas" (Heb 12:27). "El mundo pasa, y con él su concupiscencia" (1 Jn 2:17). "Porque la apariencia de este mundo es pasajera" (1 Co 7:31). Casi todo está pasando o pereciendo.

Todo esto acerca de fallecer, es un problema terrible para todos los seres humanos; pero el Señor "puso en el corazón del hombre el sentido del tiempo pasado y futuro" (Ecl 3:11). Nuestro deseo por lo eterno es amenazado y perturbado por todo lo que perece.

Este conflicto interior se resuelve con las pocas cosas que no perecen. Dios no perecerá, y su Palabra y su Reino no pasarán (Heb 12:28). Aún más, nosotros no pasaremos. Aunque nuestros cuerpos temporalmente mueren, ellos serán resucitados en el último día y nuestro espíritu al morir irá al cielo, al purgatorio o al infierno. Así que éstos no perecerán ni siquiera temporalmente. Cuando oigas la palabra "pereció", sonríe por dentro; porque ni Dios, ni Su Palabra, ni Su reino, ni tú, jamás perecerán. ¡Aleluya! ¡Alabado sea Jesús, la Resurrección y la Vida! (Jn 11:25).

Oración:  Jesús, gracias por la vida eterna.

Promesa:  " Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva " (Ap 21:1).

Alabanza:  Aunque sus amigos y familiares han muerto, Sarah espera la llegada de cada día ―y del último día.

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 3 de junio de 2014

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