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Jueves, 29 de octubre de 2013

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Romanos 8: 18-25
Salmos 126: 1
Lucas 13:18-21

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el cofre de la esperanza

"Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza" (Romanos 8:20).

Nosotros no tenemos que compararnos con otras personas, pero necesitamos comparar nuestros sufrimientos presentes "con la gloria futura que se revelará en nosotros" (Rom 8:18). Nosotros los cristianos podemos sufrir enormemente al seguir a Jesús, que sufrió mucho. Sin embargo, nuestros sufrimientos no deben ser debido a nuestro pecado (Cfr. 1 Pe 4:15); sigamos el modelo de Jesús (Cfr. Fil 3:10). Aunque estos sufrimientos lastiman, consideramos que son nada en comparación con nuestra esperanza de resucitar, de ver a Jesús cara a cara y vivir para siempre con Él en la perfecta alegría del cielo.

Cuando esperamos en el Señor, comparamos el presente con el futuro y alabamos al Señor (Fil 4:4). Gracias a la esperanza, el sufrimiento no nos aplasta, más bien nos fortalece (Cfr. Rom 5: 3-5). La esperanza nos ayuda a ser libres y a no dejarnos manipular por las supuestas amenazas que nos presenta el sufrimiento. La esperanza, pues, nos energiza y nos libera de caer presas del miedo. "Ahora bien, cuando se ve lo que se espera, ya no se espera más: ¿acaso se puede esperar lo que se ve? En cambio, si esperamos lo que no vemos, lo esperamos con constancia" (Rom 8:24-25). "Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, nos hizo renacer, por la resurrección de Jesucristo, a una esperanza viva" (1 Pe 1:3).

Oración:  Padre, que mi esperanza cubra mis sufrimientos.

Promesa:  "Jesús dijo entonces: '¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a un grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció, se convirtió en un arbusto y los pájaros del cielo se cobijaron en sus ramas'" (Lc 13:18-19).

Alabanza:  La familia de Horton rodeó a su abuela con rosarios, oraciones, confianza y paz; ella recibió el sacramento de la Unción de los enfermos. "Felices los que mueren en el Señor" (Ap 13:13).

Rescripto:  †Reverendísimo Joseph R. Binzer, Obispo auxiliar y Vicario general de la Arquidiócesis de Cincinnati, 5 de junio de 2013

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