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Miércoles, 18 de enero de 2017

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Hebreos 7:1-3, 15-17
Salmos 110:1-4
Marcos 3:1-6

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"usted es un sacerdote"

"Y esto se hace más evidente aún, si se tiene en cuenta que este nuevo sacerdote, a semejanza de Melquisedec" (Hebreos 7:15).

Los israelitas fueron esclavizados, derrotados en la guerra, padecieron hambre, exiliados y oprimidos. En su dolor, le preguntaron al Señor cómo Él los liberaría. Ellos recibieron la revelación de que iban a ser salvados por el sacerdocio.

Los cristianos, a quienes se dirigió el Libro de los Hebreos, eran perseguidos y martirizados por el gobierno romano. Ellos "… sufrieron injurias y golpes, cadenas y cárceles. Fueron apedreados, destrozados, muertos por la espada" (Heb 11:36-37). Ellos recibieron la revelación de que Jesús, el "Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec" (Heb 5:10), los había salvado por su sacrificio en el Calvario. Al vivir la Eucaristía, que indica la presencia del sacrificio perfecto de Jesús en el Calvario, los cristianos son liberados por Jesús, el Sumo Sacerdote.

Por lo tanto, participe en el sacerdocio de Jesús y vive tu sacerdocio bautismal (ver 1 Pe 2:9; Ap 5:10):

  • celebrando la Misa a diario o tan a menudo como sea posible,

  • fomentar el sacerdocio ministerial y la promoción de las vocaciones,

  • ofreciendo y pacientemente llevando "incluso las molestias de la vida" (Catecismo de la Iglesia Católica, 901),

  • "adorándole en todas partes" con una "conducta sana" (ibídem),

  • ofreciendo sacrificios espirituales por todas tus "obras, oraciones, tareas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo diario, el descanso espiritual y corporal" (ibídem), y

  • consagrando "el mundo mismo a Dios" con la santidad de tu propia vida (ibídem).

Ama a Jesús, el Sumo Sacerdote. Vive la Eucaristía, Su ofrenda perfecta. Participa en el sacerdocio de Jesús. Vive tu sacerdocio bautismal y cambiemos nuestra cultura de la muerte en una civilización de amor y vida.

Oración:  Padre, enséñame como participar en el sacerdocio de Cristo.

Promesa:  "Él la extendió y su mano quedó curada" (Mc 3:5).

Alabanza:  Susan asiste a diario a Misa y se queda para la adoración.